Hace un momento se me vino a la mente algo que me hace sonreír cada vez que lo recuerdo y es que todo empezó con mi primera academia de inglés hace ya mucho tiempo cuando mi hermana y yo teníamos alrededor de 9 y 10 años.
Nos mandaron a aquel curso vacacional para aprender ‘english’ con Miss Glenda y debo confesar que yo detestaba las clases de inglés desde que estaba en la escuela hasta que a los 15 años empecé a opinar todo lo contrario.
Una vez, Miss Glenda nos tomó un examen de dictado en el que ella decía una palabra en inglés y los alumnos teníamos que dibujar aquello. Así por ejemplo, al decir ‘house’ dibujábamos una casa. La prueba finalizó y todos entregamos nuestra hoja. En esos momentos yo alcancé a ver que otros alumnos habían dibujado otra cosa diferente a lo que yo había hecho para la última palabra del dictado y me puse triste porque asumí que me había equivocado.
Luego de unos días nos entregaron los exámenes calificados y al revisarlo yo tenía 20/20, entonces comparé con otros compañeros y luego nos dimos cuenta que fui el único que para la última palabra había dibujado un pato (duck) y todos los demás, incluida mi hermana, habían dibujado un perro (dog).
Cuando yo tenía 16 años y estaba en vacaciones antes de entrar a mi último año de colegio, a mis padres se les ocurrió y me preguntaron que si quería ir a un curso vacacional de inglés con una empresa que mandaba a un grupo de chicos a Vancouver, Canadá para pasear y aprender inglés. Yo lo pensé varias veces porque nunca había salido del país antes y era muy tímido en ese tiempo, pero a la final acepté. Entonces iniciamos todos los trámites con esa empresa, asistí a una charla, quedó todo pagado, compré ropa y cuando ya faltaba sólo una semana para el viaje, me avisaron por teléfono que la embajada de Canadá me había negado la visa.
Al empezar el colegio, no sé quién había filtrado el chisme ya que todos mis compañeros pensaban que yo me había ido a Canadá.
Mis padres estaban enojados por el dinero que perdieron, pero yo no estaba molesto sino deprimido. Tan deprimido que mis calificaciones bajaron durante 3 meses hasta que un día mi profesor de biología, quién me enseñó muchas cosas valiosas a través de indirectas, le fue a contar a mi tía que mis notas habían bajado. Ella me lo comentó y para el resto del año lectivo volví a la normalidad.
Ese mismo año, otro colegio de la localidad estaba organizando un concurso de inglés intercolegial por sus fiestas de aniversario. Mi profesora de inglés me eligió a mí para representar a nuestro cole. Creo que tuve 3 semanas para escribir un ensayo y prepararme para disertarlo. Yo me aprendí mi pequeño discurso y no estaba nervioso hasta el día del concurso. Salí de mi colegio, llegué a la casa y me di cuenta que se me había olvidado todo.
Me puse a repasar acostado en mi cama, pero me quedé dormido esas dos horas que me quedaban antes del evento. Al despertar no me quedó más que ir a aquel colegio y participar. Cuando llegamos, sortearon el orden en que cada uno iba a hablar. A mí me tocó tercero y lo hice.
Éramos más o menos 8 participantes y al final los 3 jueces gringos anunciaron a los 3 ganadores, quedando yo en primer lugar. El chico que quedó en segundo se me hacía conocido y al siguiente día me enteré que él había sido nuestro compañero de clases 5 años atrás pero se cambió a ese otro colegio porque era bilingüe.
El año pasado (2009) alcancé a ver un afiche pegado en la pared en la universidad sobre un concurso de inglés que se iba a realizar. Sólo había que escribir un pequeño ensayo sobre el tema que ahí decía. No pude evitarlo y me metí a participar. El premio para los ganadores eran bonos de distintos valores monetarios que servían únicamente para aplicar a un programa para estudiar un tiempo en Australia.
Tuve 2 semanas para escribir mi ensayo y se lo entregué a la persona encargada. Ahora sólo tenía que esperar a que me llamen si es que había ganado. La fecha de la premiación ya estaba preestablecida, así que llegó aquel día y no me habían llamado. Yo estaba seguro de que por lo menos iba a ganar uno de los premios ya que se iba a premiar a los 3 mejores de cada facultad y adicionalmente a los 3 mejores de los que ganaban el primer lugar en cada facultad.
Llegó la hora de la premiación y yo estaba en las afueras del lugar donde iba a ser el evento, pero ahí no había nadie. Entonces hice mis averiguaciones con la persona encargada de ese auditorio que precisamente era una profesora mía. Se armó el relajo.
Resulta que en el volante del concurso que yo tenía decía que estaba avalado por la universidad y mi profesora es justamente la encargada de todos los contratos que realiza la universidad, sin embargo ella no sabía nada de ese concurso y ella misma me ayudó a averiguar qué pasaba.
Finalmente contestaron el teléfono en aquella empresa y dijeron que se había declarado desierto el concurso porque yo había sido el único que participó en toda la universidad.
Con respecto a eso, lo único que me da es risa porque luego me llamaron de esa empresa por teléfono diciendo que me iban a dar un reconocimiento por mi esfuerzo y que me habían dado el bono de mayor valor. Fui a la universidad a retirar mi ‘diploma’ y ahí se acabó todo. En realidad sí me enojé porque falté a clases varios días y gasté tiempo y dinero en hacer ese ensayo.